Vacunas, antibióticos, cirugías, trasplantes, por mencionar algunos de los grandes avances que se han tenido en la medicina.
Día con día se descubren enfermedades, las cuales conllevan ciertos signos y síntomas que el medico tomara en cuenta para generar un diagnóstico correcto. Pero ¿qué pasaría si te contara que estos signos y síntomas tienen un sesgo?
El hombre blanco entre los 30 y 50 años es el referente del ser humano a la hora de hacer estudios en el sector sanitario. Esto genera que exista un sesgo no solo de edad, sino también de genero y ascendencia. Indicando que se ha invisibilizado al sexo femenino en toda su extensión.
Como resultado de esto encontramos poca prevención de enfermedades, retraso en los diagnósticos y deficiencia en el tratamiento. Puesto que la medicina siempre ha asumido que ambos sexos son iguales, con la única excepción de la reproducción y el parto.
Por más que los médicos se esfuercen en vernos como equivalentes, existen diferencias en cuanto a hormonas, metabolismo e inclusive de ciertos órganos como hígado y cerebro. A sabiendas de esto, no fue hasta los 90’s que se comenzaron a incluir a mujeres en los ensayos clínicos, puesto que antes de estos años se consideraba que incluir al sexo femenino en los estudios generaba una variabilidad en los resultados.
Soren Brunak en un estudio realizado a 6.9 millones de daneses publicado en la revista “Nature Communications” encontró que las mujeres son diagnosticadas hasta un promedio de cuatro años más tarde que los hombres en al menos 770 enfermedades. Cifras alarmantes puesto que sumado a esto “los hombres tienden a ir al médico más tarde, así que presumiblemente la diferencia en la aparición es aún mayor”. Es decir que si tenemos en cuenta todos estos factores existiría una brecha grande en cuanto a años, puesto que los médicos no están detectando los síntomas en mujeres dado que en ciertos casos estos son diferentes de los de los hombres.
En este paradigma, buscando una solución nos encontramos con la endocrinóloga Carme Valls Llobet, quien ha sido una de las primeras en luchar por la perspectiva de genero en los problemas de la salud.
En su libro "Mujeres invisibles para la medicina" menciona que "Está costando mucho aceptar que, a causa de los estereotipos culturales, sociales y psicológicos, estamos invisibilizando los problemas de salud de las mujeres, cometiendo errores en el diagnóstico, realizando exploraciones que no conducen a un fin eficaz y recomendando tratamientos que pueden enfermar o acelerar las enfermedades que pretendíamos tratar".
Siguiendo con esta misma autora, nos menciona que uno de los factores que causan un mal o nulo diagnostico es que algunos de los síntomas tales como el cansancio y el dolor se han normalizado o peor aún se les han atribuido a diagnósticos tales como ansiedad o depresión, dejando de lado el origen biológico. Por ello enfermedades cardiovasculares, inmunológicas y mentales tardan más en ser diagnosticadas en ser diagnosticadas en el sexo femenino.
Si bien en la actualidad los planes de estudio en medicina de las universidades no incorporan la perspectiva de genero en su estructura curricular, es cierto que esta comienza a ganar terreno en el sector salud. A partir de ahora nos corresponde a todos comprender y formar parte de este nuevo panorama.
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