Escuchar a tu banda favorita en vivo es una experiencia única, es una forma de escapar de la rutina diaria para sumergirse en un ambiente emocionante y lleno de energía. Además de fomentar un sentido de comunidad y conexión con otros a través de la música.
Foto: Revista Marvin
Tras una semana de días nublados y lluviosos, vino la calma después de la tormenta. El jueves 30 de marzo salió el sol para la Ciudad de México, y con este, una ola de conciertos que abrumaría la urbe. Hubo eventos para todo tipo de gustos y personas, desde Wallows en el Lunario del Auditorio Nacional, Cigarettes After Sex en el Pepsi Center, hasta Billie Eilish en el Foro Sol y The 1975, Pierce The Veil y Modest Mouse en el Palacio de los Deportes.
El día comenzó tranquilo, no había más tránsito de lo usual en la capital del país; sin embargo, a las 4pm se empezó a ver más movilización de automóviles en las calles, Av. Río Churubusco, Viad. Río de la Piedad, Calz. De la Viga y otras de las calles principales para llegar al Palacio de los Deportes, comenzaron a saturarse. Conforme los autos se acercaban a las puertas del edificio el tránsito aumentaba, los coches se detenían en el carril de baja o incluso en segunda y tercera fila para que los pasajeros descendieran; mientras tanto, en la banqueta había una fila de personas que comenzaba desde Viad. Río de la Piedad, entraba por la puerta tres del Palacio de los Deportes, cruzaba el puente peatonal de Río Churubusco e ingresaba al Foro Sol para el concierto de Billie Eilish.
Al descender del transporte estaba el verdadero reto: encontrar la entrada de acceso. La gente iba en todos los sentidos y sin un rumbo aparente, los charcos y los vendedores ambulantes con mercancía de los conciertos hacían difícil caminar por la banqueta. “Lleve la sudadera, la playera, la bolsa”, “pregunte sin compromiso” o “pruébesela güerita con confianza”, eran algunas de las cosas podías escuchar al pasar por los puestos. Pocas personas se detuvieron a ver los productos, la mayoría parecían estar desesperados y apresurados por llegar a su concierto.
Después de rodear el Palacio de los Deportes, estaba el grupo de seguridad encargado del evento The 1975, cinco personas vestidas de negro con chamarras verdes tenían la tarea de organizar a la multitud que cruzaba la puerta siete de acceso. Primero sólo había una fila de acceso; no obstante, a los 30 minutos ya no fue suficiente y tuvo que ser dividida en ocho filas más pequeñas.
Pasadas las 6pm la gente se empezó a cansar, no había señales de que las filas fueran a avanzar pronto, los que antes estaban impacientes por llegar, comenzaron a salirse de la fila para regresar a los puestos de mercancía, ir a los baños portátiles que estaban a un costado o a comprar algo de beber y comer en los puestos de la calle. Las personas que permanecieron en su lugar, aprovecharon los últimos minutos que tendrían señal para subir fotos, mandar mensajes e incluso hacer predicciones sobre las canciones que cantaría la banda.
Alrededor de las 7pm se abrió la puerta de acceso, muchos tenían miedo de que sus boletos fueran falsos o los hubiera sobre vendido, por lo que al ingresar al Palacio se podía apreciar satisfacción y tranquilidad de su rostro.
Para los espectadores que dirigían a la zona General A (de pie) del concierto, tenían la posibilidad de comprar alimentos y bebidas antes de ingresar a la pista, las opciones eran limitadas a hot dogs, hamburguesas, nachos, tacos árabes, papas, palomitas, cervezas, refrescos y otras golosinas; pero para aquellos que llevaban horas en la fila, parecía ser más que suficiente.
Al ingresar a la pista todos buscaban estar lo más cerca del escenario posible, aunque permanecían espacios en los costados; mientras tanto, las gradas parecían estar vacías.
A las 8:30 las luces se apagaron y la gente comenzó a gritar, tres personas salieron al escenario, era el grupo Binki. La audiencia, que estaba un poco decepcionada al ver que no eran quienes esperaban, empezó a gritar y bailar al ritmo de la música, aunque no conocían la letra de las canciones. Su participación duró poco hasta que la pista se volvió a oscurecer, los gritos y la emoción aumentaban. "¡Matty! ¡Matty! ¡Matty!" gritaba la gente para iniciar a la banda a salir.
De repente, se prendió una luz blanca en el centro del escenario, las personas de la pista corrieron todavía más cerca del escenario, las gradas estaban llenas y el show comenzó con una de las canciones del último disco de la banda Looking For Somebody (To Love), inmediatamente todos sacaron su teléfono y empezaron a grabar, los gritos resonaban en todo el auditorio, la multitud cantaba y a bailaba al ritmo de la música.
En el escenario estaba Matthew Healy “Matty”, Ross MacDonald, Adam Hann y George Daniel, acompañados de otros músicos como un tecladista, una percusionista, un saxofonista y una corista. Todos vestían un traje negro con camisa blanca o negra. La escenografía era bastante minimalista, al centro del escenario había una silla, una mesa, una maceta con una planta alta, un tanque de oxígeno y un portafolio; sin embargo, lo que sobresalía era la pantalla que se encontraba al fondo de los artistas y el show de iluminación. Durante la quinta canción del repertorio el vocalista tuvo que utilizar el tanque de oxígeno debido a la falta de aire por el cambio de altura que experimentó.
Conforme fue avanzando el concierto, la atmósfera que había estado llena de energía se tornó melancólica mientras se escuchaban algunos de los grandes éxitos de la banda como Robbers, Somebody Else, Love it if we Made it y I Always Wanna Die (Sometimes). Las gradas se iluminaron con las linternas de los celulares, las personas en la pista cantaban a todo pulmón, algunos incluso entre lágrimas.
El final del concierto estaba cerca, Healy dio unas palabras sobre lo agradecido que estaba con México y sus fans, e invitó al público a dejar todo en la pista en las últimas tres canciones. La multitud enloqueció cuando comenzaron tocar The Sound, una de las canciones más alegres de la banda; tras el primer coro la fila al frente del escenario empezó a brincar al compás de la batería, en seguida el resto de las filas se unieron, se podían sentir las vibraciones en el auditorio, las cuales duraron el resto de la velada.
Para finalizar el concierto The 1975 se despidió con su sencillo Give Yourself a Try, en ese momento Matthew y otros integrantes del grupo se habían quitado su saco y desabrochado la camisa.
Tras despedirse de la audiencia, el baterista aventó sus baquetas a la gente en la pista, al igual que la pluma del guitarrista y la camisa del vocalista.
Los artistas abandonaron el escenario, las luces se apagaron y de repente, todo estaba en silencio; poco tiempo después, se iluminó el camino a la salida. Durante el recorrido para abandonar el Palacio, la gente comentaba con emoción lo que acababan de presenciar “estuvo muy bueno”, “no quería que terminara”, “¿cuándo regresan?”, comentaban por los pasillos.
Al llegar a la calle el caos vial continuaba, la mercancía de la banda volaba de los puestos, los amigos se despidieron y cada quien tomó su rumbo, lo que marcó el fin de un día lleno de conciertos, sorpresas y emociones en la Ciudad de México.
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